Nos enfrentamos al diseño y ordenación de un frente comercial delante de un bulevar. La relación, quizás natural, consiste en separar la fachada del volumen físico del edificio, darle independencia, transformándose en el elemento membrana que separa los dos ámbitos: el local comercial del espacio público.
De cara al bulevar, la escala de la pieza, a lo largo de todo el paseo se percibe como una “pérgola vertical”, una arboleda artificial con la capacidad de independizarse de la edificación y saltar por encima del viario rodado.
Cuando ésta se toma como parte de la fachada, constituye una capa aislante de gran espesor en el que las celosías de mimbre tejido son el primer filtro solar y las plantas trepadoras que van colonizando todo el enmallado interior, generan un jardín colgante cuya evapotranspiración es capaz de mantener una temperatura fresca y constante. La capa intermedia está constituida por un panelado de policarbonato que hace de soporte retroiluminado para las funciones publicitarias y de ocultamiento de instalaciones.
En función de la actividad que se realice en el local comercial, la configuración de la pérgola ofrece situaciones más o menos opacas: un escaparate protegido por una pérgola, un soportal, o un fondo de escenario íntimo conformado por un pequeño jardín de enredaderas. Desde el interior las vistas al bulevar se producen a través de los grandes huecos abiertos en la celosía y unidos por la malla y las plantas trepadoras a modo de troneras.